martes, 11 de agosto de 2009

Calidad de vida

Domingo 20º - 16.08.2009

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
- «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
- «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
- «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron;,el que come este pan vivirá para siempre.»

Actualización del mensaje

Hoy se habla mucho de la “calidad de vida “, sin embargo se puede tener toda la “calidad de vida” que ofrece la sociedad moderna y no saber vivir.

Necesitamos descubrir un nuevo estilo de vivir y aprender a ser personas más felices.

El hombre no logrará la verdadera felicidad sino retorna a los valores evangélicos más hondos: la sencillez, la sobriedad, la solidaridad con todos, la amistad sincera, el encuentro gozoso con el Padre...

Hay una “calidad de vida” que muchos desconocen y que sólo la disfrutan quienes saben vivir con la sencillez y sobriedad de Jesús, con su mirada atenta al sufrimiento humano, con su deseo de vida digna para todos, con su confianza grande en Dios.

-¿Hemos descubierto esa fuerza de Jesús, capaz de dar nueva vida a nuestra existencia?

-¿De qué forma sentimos la transformación y el cambio que produce en nosotros la vida de Jesús?

-¿Sabemos disfrutar de esa “calidad de vida” con la sencillez y sobriedad de Jesús, y sabemos comunicarla a los demás?



Al sermón de la montaña

Dichoso el que carezca de las cosas

que Cristo en la montaña enumerara.

Quien en riquezas y poder fallara

viviría en la paz horas gozosas.

La bienaventuranza es agua clara

que, discurriendo en senda pedregosa,

llega para calmar la sed penosa

de aquél que en la promesa confiara

Hay un carecer no compensado

cual la escasez de amor, fe y esperanza.

Hermana del vacío siempre odiado,

es para el hombre malaventuranza

y su escuela un alma en tal estado

que debiendo volar, vuelo no alcanza

Concepción Palacín

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