sábado, 11 de julio de 2009

Saber vivir con pocas cosas

Dgo. 15º 12.07.09

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Actualización del mensaje:

Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas, dinero ni túnica de repuesto, con una única misión: “predicar la conversión”.

El Evangelio es anunciado por aquellos que saben vivir con sencillez. Hombres y mujeres libres, que conocen el gozo de caminar por la vida sin sentirse esclavos de las cosas.

Esta sociedad necesita como nunca el impacto de hombres y mujeres que sepan vivir con pocas cosas.; creyentes capaces de demostrar que la felicidad no está en acumular bienes. Alguien que nos recuerde que no somos ricos cuando poseemos muchas cosas, sino cuando sabemos disfrutarlas con sencillez y compartirlas con generosidad.

Quienes viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad.

¿Cuál es la verdadera conversión y el cambio que necesita hoy nuestra sociedad?

¿Dónde encontrar hoy la verdadera felicidad?

¿Cómo vivir con sencillez sin sentirse esclavos de las cosas?



Ser en la vida romero


Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.

Pasar por todo una vez solo
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,

poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.

Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

León Felipe

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